Côte d’Or

El 24 de abril de 1883, Charles Neuhaus (hermano, según algunas fuentes, de Jean Neuhaus, fundador de la fábrica de chocolatebom del mismo nombre y abuelo de Jean Neuhaus Junior, inventor del bombón). decidió registrar una marca: Côte d’or, una referencia a la Costa de Oro de la antigua Ghana, donde se abastecía de granos de cacao. Eso fue hace ciento treinta años. Un momento clave en la historia del chocolate «hecho en Bélgica», que en las décadas siguientes sería cada vez más sorprendente.

En los albores del siglo XX, Charles Neuhaus, cansado, vendió su negocio a lo que se convertiría en la empresa S.A. Alimenta, fruto de la colaboración entre las familias Bieswal y Michiels, que aún hoy son propietarias de la marca. En 1906, Côte d’or adoptó también un logotipo que se pegaría durante mucho tiempo al embalaje: un elefante, una palmera y tres pirámides, un paisaje inspirado en un sello de Ghana. El año 1911 vio el lanzamiento del producto bandera de la marca: dos tabletas envasadas en blanco dorado, que muy rápidamente se convirtieron en un símbolo de reconocimiento.

La gloria última y definitiva llegó en la Exposición Universal de Bruselas de 1935, cuando miles de visitantes de varios continentes conocieron la marca del elefante y sus creaciones: el Chokotoff, el Mignonette y el Bouchée, que universalizaría para siempre a Côte d’Or. La segunda Exposición Universal, en 1958, no cambió mucho el panorama, excepto que en ese año, se presentó la famosa tableta de praliné Dessert 58, cuyo nombre intriga a las generaciones actuales.

Côte d’Or es la historia de una verdadera saga belga, de una marca que aún domina su proceso de fabricación, desde el cacao hasta el chocolate. Ahora la marca del elefante se ha vuelto global, dejando el seno belga para estar bajo la dirección de la compañía internacional de snacks Mondolez.

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