Un bombón intemporal
El lugar que encarna verdaderamente el alma de la marca es sin duda la prestigiosa boutique de la Galerie de la Reine: un ejemplo puro de Art-Nouveau, un escenario mágico para un producto de excelencia que todavía hoy deleita a jóvenes y mayores.
En 1932, el joven Maurice Corné, hasta entonces pastelero, decidió instalarse como chocolatero en la rue Montagne aux Herbes Potagères de Bruselas.
El éxito le llega pronto y su negocio empieza a crecer. Muy rápidamente, emplea a una treintena de personas y cuenta entre sus fieles clientes a algunas celebridades de la época. Maurice Chevalier nunca deja de ir a comprar sus provisiones a «M. Corné» durante sus visitas a Bruselas.
Corné Port-Royal fue en principio llamadiel «Corné» en su creación por Maurice Corné. Sin embargo, el deslumbrante éxito de la fábrica de chocolate dio ideas al resto de la familia para seguir la estela y para diferenciarse, la fábrica de chocolate decidió añadir una partícula a su nombre y así fue como nació Corné Port-Royal.
En 1935, Maurice Corné creó el «Manon sucré», que ahora forma parte del patrimonio belga. El Manon azucarado es un sabroso bombón que combina la suavidad de la nata fresca, el crujiente de la nougatine y la amargura del fruto de la nuez. Este bombón, siempre hecho a mano, se cubre con azúcar de repostería con un tenedor.
Hoy en día, con 80 años de experiencia, Corné Port-Royal perpetúa las recetas tradicionales y el saber hacer de una artesanía gourmet. Alrededor de cincuenta artesanos trabajan cada día en la preparación de chocolates, algunas de cuyas recetas no han cambiado desde hace casi un siglo.